El decreto, que el Gobierno debió emitir porque no logró destrabar la Ley Pandemia en el Congreso, será publicado este sábado en el Boletín Oficial.
Sin anuncios ni discursos, el Gobierno decidió prorrogar el DNU 381/21 del 11 de junio pasado, que mantiene el mecanismos de “semáforo epidemiológico” pero flexibilizó algunas de las restricciones a la circulación y al funcionamiento del comercio y la gastronomía, así como la posibilidad de la vuelta a las clases presenciales, en el marco de la pandemia por el Covid-19.
El decreto, que el Gobierno se vio obligado a emitir porque no logró destrabar la Ley Pandemia en el Congreso, será publicado este sábado en el Boletín Oficial y estará vigente hasta el próximo viernes 9 de julio.
En esta ocasión, la única novedad pasaría por intensificar los controles de quienes ingresan al país desde el exterior —sólo los argentinos pueden hacerlo, ya que las fronteras están cerradas para extranjeros—, debido a que el Gobierno quiere evitar como sea que ingrese al país la variante Delta del Covid-19.
Para eso, se limitaría aún más la cantidad de personas que podrían llegar por día al aeropuerto de Ezeiza. Así, si hasta ahora llegaban entre 1.800 y 2.000 argentinos que volvían de sus viajes en el exterior, a partir de este sábado, sólo podrían hacerlo unas 600 ó 700 personas.
Sin embargo, esta nueva restricción al ingreso de argentinos que están en el exterior —muchos viajaron a vacunarse a Estados Unidos, mientras que otros se trasladaron por trabajo o turismo— no será técnicamente parte del DNU, sino que sería una decisión administrativa que se basará en dos pilares: lo que disponga la ANAC (Agencia Nacional de Aviación Civil) con respecto a las restricciones de los vuelos, y lo que decida implementar Migraciones con relación a la cantidad de pasajeros que podrán ingresar al país por día.
Esto significa que quienes viajan fuera del país deberán hacerlo con un alto nivel de incertidumbre respecto de cuándo podrán regresar, ya que el vuelo que tengan previsto para volver estará sujeto a que se respete el nuevo flujo de llegada de aviones del exterior que disponga la ANAC.
Siempre con el objetivo de controlar a quienes vienen desde el exterior, en la Casa Rosada trabajaron arduamente para analizar qué hacer con los argentinos provenientes de otros países. Finalmente se descartó la iniciativa que impulsaban desde un sector que que fueran alojados en hoteles —como sucedió el año pasado al comienzo de la pandemia— excepto que sean casos positivos y que se detecte que tienen alguna cepa nueva.
Sin embargo, lo que sí se hará es redoblar los controles para verificar in situ que los viajeros respetan la cuarentena de siete días que tienen que cumplir cuando ingresan al país provenientes del extranjeros. Para eso, la Dirección Nacional de Migraciones en conjunto con las fuerzas federales y provinciales realizará inspecciones aleatorias en los domicilios que cada viajero declaró, para constatar que se respete el aislamiento posterior al viaje. Y no descartan que, si lo incumplen, se les haga una denuncia penal.
Así, con el foco puesto en frenar cualquier ingreso de un pasajero que pudiera traer la variante Delta —algo que preocupa y mucho en el Gobierno— es que se transitarán los próximos 15 días. Mientras tanto, en el Congreso los diputados del oficialismo —especialmente Sergio Massa y Máximo Kirchner— tendrán que trabajar contrarreloj si pretenden destrabar la Ley Pandemia para que en dos semanas el Gobierno no se vea obligado a renovar, una vez más, un DNU presidencial.