La cuarta edición del festival nacido en Córdoba, demostró estar a la altura de los nuevos tiempos de los consumos culturales de nuestro país. Aciertos y falencias de dos jornadas históricas.
La cuarta edición del festival La Nueva Generación sirvió para dejar sentado lo que muchos y muchas vienen sosteniendo desde hace tiempo: la música argentina ha cambiado y los consumos tradicionales parecen haber quedado a un costado del camino. También es probable que haya cambiado el mainstream, a fuerza de empujes colectivos varios y de una renovación general de los públicos y las escenas que le dijo “hasta acá” a los formatos más habituales.
Posiblemente, la reunión anual de La Nueva Generación sea lo más ecléctico en materia de expresión artística que se pueda enumerar entre los eventos nacidos en nuestro país. Allí un primer punto a favor, que es una de las características fundamentales de los nuevos espacios de proyección artística que nacen y crecen en la Argentina. En ese lista también están el Buena Vibra, el Ciudad Emergente, la versión local del Lollapalooza y los recientemente renombrados GRL PWR y Mastai.
En cada uno de esos espacios se conjugan las tradicionales grillas de artistas sobre el escenario con actividades que permiten vivir lo que se denomina una “experiencia de festival” y que excede lo propiamente musical. El Cosquín Rock lo viene entendiendo desde hace un par de ediciones y el mismo camino empezaron a andar aquellos que intentan aggiornar su propuesta para atraer a los más jóvenes. La diferencia entre los que arriesgan y los que se aquietan en viejos formatos es realmente notable. Y los resultados están a la vista.
Más de 30 mil personas repartidas a lo largo de dos intensas jornadas se dieron cita en el Complejo Ferial de la capital provincial para presenciar a algunos de los artistas más renombrados de la actual escena de la música joven de nuestro país. La convocatoria y la organización progresaron de un modo notorio con respecto a las tres ediciones anteriores, que parecen quedar en la historia como postales testimoniales de un crecimiento voraz para un conjunto de artistas llamados a proyectarse como los emblemas estéticos de la última parte de la década de los 2010.
Ambas jornadas mantuvieron el hilo común de las nuevas propuestas que se nutren del pop-rock, la electrónica y los ritmos urbanos (con el trap como gran referencia). El sábado, día para el cual los tickets se repartieron de modo gratuito, hubo dos escenarios habilitados en los que se destacaron algunos artistas ya consagrados, como Bandalos Chinos e Indios, y tuvieron una notable actuación propuestas en un paulatino ascenso como las de Hipnótica, Valdes y Peces Raros. También hubo interesantes presentaciones que recibieron un caluroso recibimiento por parte de los presentes, entre las que debe destacarse la de Juan Mango, el cantante de los mendocinos Usted Señálemelo, que tuvieron un contundente debut en el festival durante la jornada del domingo.
Con un calor que “rajaba la tierra”, el día que concentró los números más convocantes multiplicó los escenarios. Allí se elevaron a históricas las actuaciones de Wos, Duki y el dúo integrado por Paco Amoroso y Ca7riel. Lo entregado por esos artistas podría resumir la marca 2019 del festival que también experimentó algunas falencias, que esta vez se concentraron en la forma en que los números se repartieron en los escenarios.
Desde los primeros momentos de la tarde, el escenario dispuesto en una de las naves del Complejo Ferial, daba cuenta de evidentes fallas en el sonido y en una muy dificultosa estadía, producto del calor agobiante que marcó la jornada de cierre. Por esa razón, algunas de las actuaciones que se presentaban como más interesantes en la previa fueron perdiendo protagonismo en el balance definitivo: el debut de Nicki Nicole, la despedida definitiva de Salvapantallas y la actuación de Miss Bolivia. Fue precisamente Paz Ferreyra, la encargada de elevar la queja por esa situación que también descubrió otra, que pareció ir en contramano de las anteriores ediciones: la presencia femenina en los escenarios principales.
Si bien She Teiks cerró el sábado el espacio que había abierto la uruguaya Eli Almic (en el que también pasó Esmeralda Escalante – Ainda Dúo – a lo que debe sumarse a Srta Bimbo y Noelia Custodio en el tablado contiguo), la falencia aparece sorpresivamente en un evento que siempre tuvo en cuenta la cuestión, que viene representando uno de los reclamos más importantes en los últimos años del quehacer artístico en nuestro país.
Otro de los puntos llamativos parece derivado del crecimiento generalizado de la escena que trae aparejada una dificultad extra en la diagramación de las grillas. De hecho, algunos de los números que, a priori, uno imagina ubicados en lugares centrales se dispersaron a lo largo de la tarde, cuando el grueso de la gente todavía no había arribado al predio. Los casos más evidentes fueron los de Dante Spinetta y Juan Ingaramo, pero también el de Conociendo Rusia, que tuvo una actuación consagratoria en uno de los momento más calientes del domingo (actuó a las 16.20).
Algo similar pareciese haber sucedido con el lugar que le tocó en suerte a The whitest boy alive, el número internacional por excelencia entre los que participaron en la edición 2019, que subió a escena a las 17. Hubo otras actuaciones centrales que pueden haber perdido algo de protagonismo, como las de Flu Os, Kiddo Toto, Malena Villa o Huevo. Sin embargo, vale decir que el festival tuvo un excelente caudal de público llegando desde temprano y prácticamente nadie actúo con “la plaza vacía”. Otra de las características de los nuevos públicos: si las condiciones lo ameritan, están dispuestos a ver, conocer y compartir sin medir taquillas.
Por lo demás, La Nueva Generación dio un salto de calidad general en la organización del evento. Los puestos de hidratación funcionaron a perfección, los espacios para la recreación y descanso estuvieron a la altura de las circunstancias, y la venta de comidas y bebidas (pese al siempre discutido ítem de los precios) no presentaron mayores problemas.
Antes del contundente show de Wos (cuya combinación de las ya emblemáticas canciones de su disco con un cruce de freestyle con Acru sobre el escenario quedará como uno de los puntos más recordados del festival), Babasónicos ofreció el que tal vez haya sido su mejor concierto del 2019 en Córdoba. Después, sobrevino el tradicional cierre de Louta que le bajó el telón a la que, hasta ahora, ha sido la edición más ambiciosa del festival que se ubica entre los más importantes de la escena nacional.
Quedarán por resolver los matices y los desafíos que abre este crecimiento tan veloz como decisivo; que es propio de las escenas que marcan el pulso de su tiempo, llegando en un determinado momento para marcar rumbos y proyectarse en la historia de la cultura popular.